Kamala Harris, la primera mujer afroamericana y de origen asiático en alcanzar la vicepresidencia de Estados Unidos, se perfila como la mejor posicionada para reemplazar a Joe Biden como la nominada del Partido Demócrata en las próximas elecciones. Este hito histórico también representa un riesgo, dado su desempeño irregular en las primarias de 2019 y sus altibajos como vicepresidenta.
En su mejor momento, Harris alcanzó un 15% en intención de voto entre los demócratas, pero su apoyo cayó drásticamente al 3%. Su nominación como vicepresidenta le brindó un impulso significativo que no ha logrado capitalizar por completo. Se esperaba que Biden delegara más responsabilidades en ella, pero esto no sucedió, dejando a Harris sin el protagonismo esperado. Su oportunidad surge ahora ante el delicado estado físico del presidente.
Actualmente, las encuestas sitúan a Harris a la par de Biden en intención de voto, ambos en desventaja frente a Donald Trump. Un sondeo de CBS la coloca tres puntos por debajo de Trump, mejor que la desventaja de cinco puntos de Biden. Sin embargo, una encuesta de The Economist sugiere lo contrario. Curiosamente, figuras como Hillary Clinton y Michelle Obama parecen tener mejores perspectivas de victoria contra Trump, aunque Obama ha reiterado su falta de interés en postularse.
A favor de Harris está su edad de 59 años, que la presenta como una candidata más joven y enérgica comparada con Biden y Trump. Su fuerte conexión con el electorado afroamericano y su defensa de los derechos reproductivos la hacen atractiva para los votantes jóvenes y de minorías. Harris, hija de un jamaicano y una india, ha vivido el activismo desde su infancia, influenciada especialmente por su madre, una científica destacada en oncología.
La carrera de Harris la ha llevado de adjunta al fiscal del distrito en California a fiscal general del estado y senadora por California, siendo la segunda mujer afroamericana en lograr este último cargo. Es conocida por su habilidad en los debates, destacándose en su enfrentamiento con el entonces vicepresidente Mike Pence. Sin embargo, enfrenta críticas por su falta de visibilidad pública, su gestión en la frontera y la fuga de personal en su administración.
Con solo tres meses para hacer campaña y reunir los fondos necesarios, Harris tiene una misión desafiante por delante si es confirmada en la convención demócrata en agosto. Su capacidad para superar estos obstáculos y convencer al electorado será crucial para determinar si puede convertirse en la próxima presidenta de Estados Unidos.
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